By Lucy Liu
Les cuento que hace un mes lavé mi Motorola Krzr, no me pregunten porqué, el caso es que lo saqué después de un buen rato en agua tibia con cloro. Por supuesto que murió, de buena suerte mi chip siguió funcionando, claro que en un Nokia muuuy viejo que de pura suerte tenía empolvado en un cajón. No es bonito, ni ligero, ni chiquito, pero cumple perfecto con su función (llamar y recibir llamadas), claro que ni la hora de una llamada perdida me podía dar. Mi consuelo era que el contrato de mi plan con Telcel estaba por vencerse y comoquiera ya lo iba a cambiar. Pues bien, todos los días recibiendo llamadas de personal de Telcel, ofreciendo minutos dobles y equipos gratis. Todos los días la misma canción y yo respondía lo mismo…“gracias, pero quiero el iPhone.”
Al fin mi espera terminó: Julio 11 de 2008, Monterrey, Nuevo León, México, 6:00 a.m., lanzamiento mundial de iPhone 3G. La gente comenzó a llegar a los centros Telcel para ser de los primeros en poseer este súper smartphone. Eran las 10:09 cuando llegué al de Plaza Cumbres, la fila para las personas interesadas en el iPhone era de 19, había otra fila de clientes que buscaban solucionar otros asuntos (muy mal día para ir a Telcel). Ocho eran los “asesores Telcel” atendiendo sólo para clientes iPhones, todos nerviosos, algunos batallando hasta para conectarles el cable USB, pidiendo ayuda al de a un lado. A los pobres les dieron un mini curso una noche anterior (en horas extras, me imagino que de esas que no te pagan).
1 comentario:
oiste compadrito, es de la comadre no tuyo...así que deja de mandar fotos presumiendo que es tuyo, guaca guaca guaca....merri
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